viernes, 9 de diciembre de 2011

Chamberí: la estación fantasma.







"...El domingo 21 de mayo de 1966, el tren realizó su última parada en la estación. Aquella noche un empleado cerró los accesos a la misma, que nunca más volvería a abrirse. La plaza en la que se encontraban las bocas de metro fue remodelada para tapar la entrada, pero la estación quedó sin embargo escondida bajo tierra, tal cual la dejaron los usuarios aquel último día, con los periódicos del día abandonados en las papeleras, billetes en las taquillas y los coloridos carteles publicitarios de 1966 en las paredes. Un espacio detenido en el tiempo...."

Sólo leer esto, hizo volver a mi mente la leyenda urbana de la estación de Chamberí. Una leyenda urbana que no es tal, debido a que la estación es real, esta ahí, en las mismísimas entrañas de ésta caótica y a la vez sorprendente ciudad.

Tras cuarenta años de forzoso silencio en sus taquillas, en sus pasillos y en sus andenes,... en uno de los aciertos del Ayuntamiento de Madrid, se decidió remodelar la estación, severamente castigada más que por el paso del tiempo, por los actos vandálicos de algún pobre ignorante de la historia de esta ciudad.
Junto a la sala de máquinas de Pacífico, quedan enmarcados dentro de lo que se denominó Anden 0, y así poder disfrutar de un espacio cultural de la historia más reciente de Madrid.

Y es que, si ya de por si el lugar tiene un encanto especial por todo lo que significa en la ciudad a través de sus 98 años de existencia, es tras su repentino cierre en 1966 cuando empieza a alimentarse la leyenda de sus extrañas apariciones en los andenes, por causas que se me antojan, nunca serán esclarecidas y se quedarán eternamente encerradas en esos estrechos pasillos.
Mención especial también a los episodios de angustia que allí acontecieron por el año 1937, en plena Guerra Civil española, cuando esa fue una de las estaciones de metro que usaban los madrileños para refugiarse de los ataques aereos por parte del bando franquista en el asedio a Madrid.

Su cierre se debió al no ser viable la ampliación de la linea 1 del metro por la proximidad con las estaciones de Bilbao e Iglesia y de ser una estación en curva en la cual por aquel entonces no se podían adecuar los nuevos trenes más largos.





La verdad es que todos esos condicionantes antes descritos, hacían de mi visita un momento único.

Al llegar al acceso en superficie de la estación, más que en el horario, me fijé en una información que decía: "Acceso libre hasta completar el aforo...". Mi sorpresa fué cuando al bajar las escaleras y encontrarme con un empleado de seguridad y una funcionaria encargada de la recepción, esperando sólo a que hubiese un grupo más nutrido de visitantes me dice la empleada que puedo entrar a visionar un corto explicativo de la historia del anden.

Pregunto sorprendido: "¿Yo sólo? ¿No hay que esperar a completar el aforo?"
A lo que me responde sonriente con la complicidad del empleado de seguridad: "Si, no hay nadie más". 

Pues si, ese fue el detonante para que mi visita fuese aun si cabe más espectacular.

La antigua escalinata de acceso a la estación, es lo que se ha habilitado como un pequeño graderío para poder ver un viedo de unos 20 minutos con la historia, imágenes y anécdotas de la estación de Chamberí y la nave de motores de Pacífico.
Sentado en la segunda fila sin perder detalle de la cinta, llama mi atención que en lo alto de la escalinata hay un llamativo tragaluz. Por curiosidad, al acabar la visita me acuerdo de buscar en la calle dónde está ese pequeño detalle del tragaluz; efectivamente, está en la acera de los impares de la calle de Santa Engracia, frente a la plaza de Chamberí.





Acabado el video, me indican que ya puedo comenzar mi visita a la estación. Empiezo a adentrarme sigilosamente en la historia con mi réflex en la mano.
Evidentemente no tiene nada que ver con una de las macro estaciones de las que disfrutamos hoy en día. Su acceso a la zona de taquillas es simplemente, espectacular.

Un rato sólo y quieto en una esquina del hall junto a un cartel de aviso con las tarifas de aquella época, me hacen sentir el ir y venir de los viajeros del metro; esos viajeros en blanco y negro a los que estamos acostumbrados a ver en las imágenes de archivo, con sus elegantes trajes y sombreros en el caso de los hombres, y delicadas y siempre bien arregladas en el caso de las mujeres. Incluso puedo intuir el trato amable y directo con los taquilleros a la hora de pactar el billete adecuado para su trayecto. Cosa hoy en día impensable debido a los dispensadores automáticos de tickets que arrancan de cuajo el trato humano, reduciendo así trabajadores y atención personalizada.

No pasa desapercibido para mi cámara, un curioso trozo rectangular de marmol ahuecado en el centro asomado en un ventanuco para la eternidad, provocado por la erosión de esas monedas con las que se costeaba por aquel entonces el viaje en metro.




  

Es realmente cuando me adentro por el silencioso pasillo que conduce al anden en dirección a Tetuan, cuando el corazón se me encoge pensando en las historias que mi abuelo paterno me contaba sobre aquel lugar. Sucesos que marcan para siempre la vida de cualquiera, pero más aún la de un niño de 11 años allá por 1937, al que cuando sonaban las sirenas y por cercanía de su vivienda a esa estación, tenía que dejar de inmediato todo lo que estuviese haciendo para salir corriendo con su familia a refugiarse de los ataques aereos sobre la capital.

También me contaba que en ocasiones tenían que bajar al anden con colchones y alimentos puesto que no sabían el tiempo que iban a estar allí metidos esperando el final del bufido de los aviones y de los impactos de las bombas que estos dejaban caer en la capital sobre objetivos civiles.

Inmóvil y con los ojos cerrados, mi conexión con mi abuelo y con el lugar, me hacen sentir en mis propias carnes el horror y la angustia que se tuvo que vivir allí hace 74 años, con toda esa gente agazapada y espectante llenando de miedo y de silencio los estrechos andenes en los que el tiempo parecía no pasar. Por no hablar de la incertidumbre de no saber si al salir de allí habrían perdido a algún ser querido. Sin dudua, el destino estaba jugando de una manera muy cruel con cada una de sus vidas.






Con los sentimientos a flor de piel, intento volver a la actualidad.

Dispuesto a abandonar el anden y enfilado hacia los escalones, el paso de un tren me hace detenerme y recordar episodios de mi adolescencia.

¡¡¡Me he visto en ese tren!!! 

Cuando casualmnete pasaba con el metro por aquella estación a medidos de los 90, la curiosidad me hacía pegar la cara al cristal del vagón tapando con las manos ambos lados de los ojos para que el reflejo del interior no me impidiese ver la estación.
Por aquel entonces ya conocía la leyenda de la estación fantasma de la linea 1.
Debido a lo corto de la estación y a la velocidad con la que pasaba el convoy, era dificil apreciar perfectamente lo que los destellos de luz del interior del vagón insinuaban en la paredes del por aquel entonces olvidado anden.

La sugestión y todos los factores descritos anteriormente, facilitaban el ver sombras extrañas y sinuosas siluetas que parecían esperar a que el tren se detuviese en el anden. Fantasía de adolescencia... o no!!!

Mi visita finaliza como un viajero más, saliendo por los antiguos tornos con una sensación como describía al comienzo de haber estado paseando años atrás por parte de la historia de mi ciudad.








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13 comentarios :

  1. me encanta,no tengo palabras para describirlo.sigue así.una de tus mejores entradas.enhorabuena

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  2. Muchas gracias!!!

    Me alegro muchísimo de que te haya gustado.

    Lo digo porque como has podido comprobar tu y el resto de los seguidores del blog, he estado más de lo habitual sin poner ninguna entrada. Ésto se ha debido a que ésta última me ha llevado preparla el tiempo necesario para empaparme a base de bien de todo lo que la rodeaba y así poder tratarla como se merecía.

    Un saludo y gracias otra vez por tu comentario.

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  3. Cuántos recuerdos, emociones, vivencias y sentimientos me has despertado!

    Con un nudo en la garganta y los ojos vidriosos:
    ¡¡¡GRACIAS!!!

    Muchísima salud...!!!

    Sebas

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  4. Sin lugar a dudas, tu mejor entrada Dani.

    Las fotos son espectaculares, con ellas consigues situarnos en la época y un lugar descrito, transmitiendo ese sentimiento de lo antiguo.

    No tengo más palabras hermano, sencillamente espectacular

    Enhorabuena y muchas gracias!!!

    un fuerte abrazo y no pares!!!

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  5. Hola chicos!!!

    Poco más puedo añadir a vuestros comentarios. Lo único, aunque siempre os lo digo pero ésta vez con más entusiasmo, es que si tenéis la oportunidad de acercaros a este maravilloso lugar, no lo dudéis por favor.
    Por lo que leo, el texto y las fotos os han hecho sentirlo, pero es vivirlo in situ, donde ésta experiencia se hace realmente completa.

    Es un verdadero placer el poder compartir con todos vosotros este pedacito de mi que ha salido en ésta entrada... era una cuenta pendiente con mi pasado más directo.

    Gracias a los dos por como siempre no faltar en este apartado y muchísima salud...!!!

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  6. Hola Dani.
    Acabo de aterrizar en Madrid, y prácticamente lo primero que he hecho ha sido leer tu entrada, ya que como no puede ser de otra forma prácticamente la podría haber firmado yo.
    Me siento totalmente identificado con las anécdotas juveniles mirando a través del andén y con las historias que cuentas, de hecho no hace mucho que visité esta estación, ya como museo, aunque en esta ocasión no lo hice furtivamente como en mis tiempos mozos.
    La primera vez que tuve noticia de este lugar fué a través de mi colega Borja que era un flipao de todos estos temas. Él me contó que efectivamente el motivo de cerrarla fué que estaba demasiado cerca de las otras dos paradas y no era necesaria, y que como estaba en curva los vagones dejaban un hueco muy grande hasta el andén.
    La leyenda de los fantasmas se avivó porque durante mucho tiempo fué hogar de indigentes y no era extraño reconocer formas humanas cuando pasabas a toda leche mirando a través de los cristales,ó como en alguna ocasión hicimos, en el hueco entre los vagones, lo cual de por sí ya era una locura, pero ya se sabe !!sweet sixteen!! .
    Lo dicho niño, impresionante como siempre, Good Job!!!
    Un abrazo.

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  7. Pues como dirían los Guns N´Roses, welcome to the jungle!!!

    Un verdadero privilegio el que nada más llegar de tu viaje, hayas leído y participado en esta nueva entrada.

    Al igual que otros lugares pasan sin pena ni gloria a la posteridad, a este le han ayudado a perdurar en el tiempo el encanto y misterio que le rodea tras su repentino aunque justificado cierre.

    Para añadir más misterio al lugar, buscando información en internet, encontré varios sucesos que allí acontecieron y que engrandecen aun más si puede, su oscuro pasado:

    Cuenta una leyenda que cuando a principios del siglo pasado se construyó la estación, se descubrió un enterramiento de monjes que había quedado oculto cuando se derrumbó el convento de la Merced. Los trabajadores, no supieron que hacer con los huesos sueltos y decidieron enterrarlos en uno de los andenes de la estación y precisamente es lo que alimenta, junto con su abandono, la leyenda sobre extrañas apariciones en la estación abandonada.

    Aunque sin lugar a duda, la más escalofriante que he leído es la de que un cura y una monja fueron sorprendidos en actitud… digamos poco moral, por una niña huérfana. Ante la posibilidad de que la niña pudiera decir algo, el cura la empujó a la vía del tren.
    Dicen que desde entonces esa niña se aparece en la estación.

    Cambiando un poco de tercio, porque pensar en todo esto y yo haciendo la visita sólo... uy que yuyu... esa chiquillada tuya de los dieciseis año de ir entre vagones yo también la hice, pero mi locura fué entre las estaciones de Marqués de Vadillo y Pirámides, con las correspondientes gotas de agua de las filtraciones en el suelo del río Manzanares... cosas de críos!

    En fin amigo, un fuerte abrazo y gracias por comentar y ayudarnos a recordar nuestros años mozos!

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  8. Un pequeño apunte:

    El convento de la Merced no estaba en la Plaza de Chamberí, si no que se encontraba en Tirso de Molina, justo donde ahora se abre al cielo la Plaza del mismo nombre. Cuando se derrumbó el convento en 1837 (hay sitios que pone 1840) y posteriormente se hizo la plaza (que en un principio se llamó Plaza del Progreso), la cripta de la iglesia quedó sepultada. Se descubrió muchos años después (casi un siglo) al hacer la estación de Metro que entonces también se llamó El Progreso (se inauguró en navidades de 1921 y no fue hasta 1939 que plaza y estación cambiaron su nombre).

    Pero no se construyeron los andenes sobre los restos de los monjes, si no que éstos se pusieron en una sepultura detrás de una pared. En concreto, detrás de esta pared:
    --> Sepultura de los monjes en Tirso de Molina <--

    Información "bloguera" sobre la estación:
    --> nosolometro.blogspot <--

    Información sobre el convento:
    --> Madripedia <--
    --> Madrid Histórico <--

    Otra información paranormal:
    --> Somos La Latina <--

    Por cierto, que Tirso de Molina fue un monje que vivió en el Convento de la Merced.

    Muchísima salud...!!!

    Sebas

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  9. Sabía yo que enciscarme con el tema de las leyendas me podía pasar factura... premio!!!
    Menos mal que has salido al quite para corregirme en lo del convento de la Merced.

    Niños y niñas, ya habéis visto lo que le ha pasado al pequeño Dani por fiarse de lo que leía en internet sin saber su fuente.

    En fin, que esto me sirve no sólo para aprender la lección, sino para informarme bien y darme un día de estos una vueltecita por la plaza, el metro y aledaños de Tirso de Molina, a ver si me encuentro algo.

    Un abrazo Sebas y mil gracias como siempre por tu impresionante documentación!!!

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  10. Cuando iba en metro(y lo digo en pasado no porque vaya ahora a los sitios en un Rolls Royce, sino porque tengo la gran suerte de ya no tener que vivir en Madrid); y todavía estaba la estación a oscuras y sin reformar, recuerdo el aliciente de viajar en esa línea gracias al ansiado momento de pasar en marcha por la estación fantasma.
    Era un breve lapso de tiempo, pero suficiente para dejar volar la imaginación aún sin conocer mucho de su historia.
    Aquella fugaz iluminación al pasar el convoy...recuerdo mágico...

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  11. Hola!

    Leyendo tus palabras, veo que no cambias por nada tu nuevo destino por la ciudad, ¿verdad?. Bueno, pues déjame ofrecerte un poquito de Madrid en cada entrada para que te vuelvan esos "recuerdos mágicos".

    Por lo que se ve, todos los que lo hemos conocido previo a su reforma, tenemos marcado ese breve momento de emoción y misterio al pasar por ese emblemático andén.

    Muchas gracias por comentario y hasta muy pronto!

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  12. Muchísimas gracias Sonia!

    No sabes la alegría que me da el que te haya gustado la entrada.

    Un beso y muchísima salud...!!!

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